viernes, 10 de octubre de 2014

El Santo Rosario y los protestantes


El Rosario un medio para evangelizar


Había una señora muy sencilla que vendía verduras en los barrios. Cierto día, tía Johana, como era conocida por todos, fue a vender verduras a casa de un protestante y perdió su rosario en el jardín de su casa.

Pasado algunos días, Johana volvió nuevamente a aquella casa a fin de ver si encontraba ahí su rosario.
El protestante lo vio y le dijo en tono sarcástico: ¿Has perdido a tu Dios?
Ella humildemente respondió: yo, ¿perder a mi Dios? Nunca.

El protestante tomo el rosario y dijo: ¿Este no es tu Dios?
A lo que ella respondió: Gracias a Dios que encontró mi Rosario. Muchas Gracias.

Y él dijo: ¿Por qué no cambia esta cadena de semillas baratas por la Biblia?
A lo que ella respondió: porque la Biblia no la sé leer, y con el Rosario yo medito toda la palabra de Dios y la guardo en mi corazón.

Él le pregunta: ¿Medita la palabra de Dios?, ¿cómo es eso?, ¿me lo puede explicar?

Acariciando su Rosario la tía Johana respondió: primero tomo la cruz y recuerdo que el hijo de Dios dio toda su sangre clavado en una Cruz por salvar a la humanidad.

Esta primera cuenta gruesa me recuerda que hay un Dios todo poderoso. Estas tres cuentas pequeñas, representan las tres personas de la santísima trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Esta otra cuenta gruesa me recuerda, la oración que el mismo Jesús Nuestro Señor nos enseñó, el Padre Nuestro.

El Rosario tiene 5 misterios que me recuerdan las 5 llagas de Jesucristo clavado en la Cruz, y en cada misterio rezamos 10 avemarías, que me recuerdan los 10 mandamientos que Dios mismo entrego a Moisés.

El Rosario tiene 20 misterios que son 5 gozosos, 5 luminosos, 5 dolorosos, 5 gloriosos.

Los lunes y los sábados, cuando me levanto para iniciar la lucha del día, rezo los gozosos, pensando en los pobres y en la sencilla vida de Jesús, María y José.

Los martes y los viernes rezo al medio día de mi cansancio, mi fatiga por el trabajo, pensando en lo que me falta por terminar el día y poder descansar, los misterios dolorosos, que me recuerdan la dura caminata de mi Señor Jesucristo hacia el calvario, con tanto dolor y tanto cansancio.

Los miércoles y domingos rezo al final del día, con los retos superados y las metas cumplidas, los misterios gloriosos que me recuerdan que Jesús venció a la muerte por amor, para traer la salvación a toda la humanidad.

Los jueves rezo los misterios luminosos o de la luz, como los llamo el Santo papa Juan Pablo II, que me recuerdan la vida Pública de Jesús.

Ahora dígame usted: ¿Dónde está la idolatría?

El protestante, después de escuchar todo esto, simplemente dijo: Yo no sabía todo eso. ¡Por favor, enséñame a rezar el Rosario!


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