En el mundo protestante fundamentalista existe una creencia de una historia de la Iglesia alternativa, en la cual ellos aseguran que los Padres de la Iglesia tenían un pensamiento protestante como el de ellos y no como el de la Iglesia Católica (Nada mas falso). Es común ver como algunos protestantes hacen grandes esfuerzos para demostrar que en algunas interpretaciones bíblicas los primeros padres diferían de lo que los católicos creen hoy día, pero terminan demostrando que esa fe es diametralmente opuesta a la que ellos profesan hoy. Ya que los Padres de la Iglesia creían en el bautismo de infantes, la sucesión apostólica y otros temas que son de índole CATÓLICO. Pero esto no lo querrá reconocer un protestante fundamentalista a menos que opte por convertirse al Catolicismo como han hecho ministros protestantes como El ex pastor pentecostal Alex Jones, Marcus Grody, Jimmy Akin, entre otros que se dieron cuenta que el pensamiento de los Padres de la Iglesia era absolutamente CATÓLICO y por eso decidieron formar parte de la Iglesia Católica.
En esta oportunidad me dedicare a demostrar que San Agustín de Hipona no tenia un pensamiento protestante como quieren hacerlo creer los apologistas protestantes fundamentalistas. Si no que San Agustín Obispo de Hipona fue un acérrimo defensor de la Fe Católica y de la Iglesia ante las herejías. Procedo a compartirles algunos testimonios de San Agustin sobre algunos temas de índole CATÓLICO.
¿Qué importancia tienen los escritos de San Agustín?
Los escritos de San Agustín (así como los escritos de los padres de la Iglesia y otros escritores eclesiásticos) son importantes no solo para los estudiantes de patrística y patrología sino para todo cristiano que le interese conocer a fondo pensamiento de la Iglesia en sus primeros siglos y su forma de interpretar las Escrituras. En virtud de estas circunstancias he querido estudiar los escritos de San Agustín, no solo, en cuanto a los puntos en que los protestantes suelen citarle, sino en su totalidad, para así hacer una comparación justa de su pensamiento.
- San Agustín y la Sucesión Apostólica
"Si usted reconoce la autoridad suprema de la Escritura, se debe reconocer que la autoridad que desde el tiempo de Cristo mismo, a través del ministerio de los apóstoles, y por medio de una sucesión regular de obispos en las sedes de los apóstoles, se ha conservado hasta nuestros días en todo el mundo, con una reputación conocida por todos." ( Respuesta a Fausto el maniqueo ., 33: 9; NPNF 1, Vol IV, 345)
“Aún prescindiendo de la sincera y genuina sabiduría…, que en vuestra opinión no se halla en la Iglesia Católica, muchas otras razones me mantienen en su seno: el consentimiento de los pueblos y de las gentes; la autoridad, erigida con milagros, nutrida con la esperanza, aumentada con la caridad, confirmada por la antigüedad; la sucesión de los obispos desde la sede misma del apóstol Pedro, a quien el Señor encomendó, después de la resurrección, apacentar sus ovejas, hasta el episcopado de hoy; y en fin, el apelativo mismo de Católica, que son sin razón sólo la Iglesia ha alcanzado….Estos vínculos del nombre cristiano – tantos, tan grandes y dulcísimos- mantienen al creyente en el seno de la Iglesia católica, a pesar de que la verdad, a causa de la torpeza de nuestra mente e indignidad de nuestra vida, aún no se muestra”. (ep. Man. 4,5.)
“Si la sucesión de obispos es tomada en cuenta, cuanto más cierta y beneficiosa la Iglesia que nosotros reconocemos llega hasta Pedro mismo, aquel quien portó la figura de la Iglesia entera, el Señor le dijo: “Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella!”. El sucesor de Pedro fue Linus, y sus sucesores en orden de sucesión ininterrumpida fueron estos: Clemente, Anacleto, Evaristo, Alejandro, Sixto, Telesforo, Higinio, Aniceto, Pío, Sotero, Eleuterio, Victor, Ceferino, Calixto, Urbano, Ponciano, Antero, Fabián, Cornelio, Licio, Esteban, Sixto, Dionisio, Felix, Eutiquiano, Cayo, Marcelino, Marcelo, Eusebio, Miltiades, Silvestre, Marcos, Julio, Liberio, Damaso, y Siricius, cuyo sucesor es el presente obispo Anastasio. En esta orden de sucesión, ningún obispo donatista es encontrado”. (Ep. 53,2 )
- San Agustín creía en el Bautismo como acción regenerativa y salvifica no como un símbolo.
"Una vez que seáis bautizados, procurad llevar una vida santa en los preceptos de Dios, para que guardéis incólume vuestro bautismo hasta el final. No os digo que vais a vivir en esta vida sin pecado: puesto que hay pecados veniales, sin los cuales no es posible esta vida. Pues el bautismo fue instituido para perdonar todos los pecados: y para perdonar los pecados leves, sin los cuales no podemos vivir, también se nos ha conseguido la oración. ... Por tanto, en la Iglesia se perdonan los pecados de tres modos: por el bautismo, por la oración y por la gran humildad de la penitencia. Sin embargo, Dios perdona los pecados únicamente a los bautizados. Hasta los pecados que perdona por primera vez, únicamente los perdona a los bautizados. ¿Cuándo? Cuando son bautizados. " (Sermón a los Catecúmenos sobre el Credo 7:15, 8:16; Jurgens, III, 35)
"El poder ser regenerado por ministerio de voluntad ajena, cuando es ofrecido un bautizando, es obra del único Espíritu. Este es quien regenera al ofrecido, porque no está escrito: «Si alguien no naciere de la voluntad de los padres o de los oferentes o ministros», sino: Si alguien no naciere del agua y del Espíritu Santo (Jn 3, 5)Son, pues, el agua, que representa exteriormente el sacramento de la gracia, y el Espíritu, que obra interiormente el beneficio de la gracia, los que desatan el vínculo de la culpa y reconcilian el bien de la naturaleza con Dios. Estos son los que regeneran en un Cristo al hombre nacido de un Adán. " (Carta 98, 2)
- San Agustín reconocía a la Iglesia como "Católica" y a los Cristianos como "Católicos".
"nosotros hemos de abrazar la religión cristiana y la comunión de la Iglesia que se llama católica, no sólo por los suyos, sino también por los enemigos. Pues, quiéranlo o no, los mismos herejes y cismáticos, cuando hablan, no con sus sectarios, sino con los extraños, católica no llaman sino a la Iglesia católica. Pues no pueden hacerse entender si no se la discierne con ese nombre, con que todos la reconocen en el mundo." (La verdadera Religion VII, XII)
"Jamás ordena el Señor que se haga un cisma o una herejía. Pues no porque haya división de reinos en la tierra queda por eso dividida la unidad cristiana, ya que en una y otra parte se encuentra la Iglesia católica." (Carta a los católicos sobre la secta donatista XIII, XXXIII)
"Puesto que por la clemencia de Cristo somos cristianos católicos" (Carta 217, 16)
"Puesto que por la clemencia de Cristo somos cristianos católicos" (Carta 217, 16)
- San Agustín reconocía la autoridad de la Iglesia.
"Dios colocó primeramente en su Iglesia esta autoridad; por ella comenzó a esclarecerse lo restante. " ( Explicaciones de los Salmos, Tracto 103: 8, PL 37: 520-521; en Congar, 392)"Es algo evidente; lo acepta la fe, lo aprueba la Iglesia católica; es verdad." (Sermón 117, 6)" Yo, en verdad, no creería en el Evangelio si no me impulsase a ello la autoridad de la Iglesia católica". (contra la Epístola de Maniqueo 5, 6,. NPNF 1, Vol IV, 131)
" Los que no están en la comunión católica y se glorían, sin embargo, del nombre cristiano, se ven obligados a oponerse a los creyentes; osan engañar a los indoctos como si se valiesen de la razón, siendo así que el Señor vino cabalmente a traer esta medicina de la fe impuesta a los pueblos. Pero los herejes se ven obligados a hacer eso, como he dicho, porque sienten que serían repudiados con desdén si comparasen su autoridad con la de la Iglesia católica.
Tratan, pues, de superar la autoridad de la Iglesia inconmovible con el nombre y promesa de la razón. Esta temeridad es normal en todos los herejes. Pero aquel emperador clementísimo de la fe nos dotó también a nosotros del magnífico aparato de la invicta razón, valiéndose de selectos varones piadosos y doctos y verdaderamente espirituales. Y al mismo tiempo fortificó la Iglesia con la ciudadela de la autoridad, valiéndose de concilios famosos de todos los pueblos y gentes y de las mismas sedes apostólicas.". (De la utilidad de creer XVII, 35)
"Es algo evidente; lo acepta la fe, lo aprueba la Iglesia católica; es verdad." (Sermón 117, 6)
- San Agustín creía que no había salvación fuera de la Iglesia Católica (Extra Ecclesiam Nulla Salus).
"De idéntica manera, el hombre cristiano es católico mientras vive en el cuerpo; hacerse hereje equivale a ser amputado, y el espíritu no sigue a un miembro amputado. Por tanto, si queréis recibir la vida del Espíritu Santo, conservad la caridad, amad la verdad y desead la unidad para llegar a la eternidad. Amén." ( Sermón 267, 4)
- San Agustín creía que la Iglesia Católica era la única encargada de interpretar la Sagrada Escritura.
"Por consiguiente, aunque no se presente ningún ejemplo cierto a este respecto tomado de las Escrituras canónicas, mantenemos, sin embargo, en este asunto la verdad de las mismas Escrituras, al practicar lo que ya ha parecido bien a la Iglesia universal [Católica], que recomienda la autoridad de las mismas Escrituras. Así, como la santa Escritura no puede engañar, cualquiera que teme ser engañado por la oscuridad de esta cuestión, debe consultar a la misma Iglesia, señalada sin ambigüedad por la santa Escritura. " ( Contra Cresconius, Donatista I: 33; en Eno, 134)
"¿no es una ingratitud para con la asistencia y los socorros divinos resistir con tanto empeño a una autoridad que goza de tanta garantía? Y si toda disciplina, por fácil y trivial que sea, exige para ser asimilada un maestro que la aclare, ¿no será temeridad grande rehusar conocer los libros de los divinos misterios de sus propios intérpretes y tratar de condenarlos sin conocerlos? " ( De la utilidad de creer XVII, 35)
"consulte el estudioso las reglas de la fe que adquirió de otros lugares más claros de la Escritura o de la autoridad de la Iglesia, de cuyas reglas tratamos bastante al hablar en el primer libro sobre las «cosas». Pero si ambos sentidos o todos, en el caso de que hubiere muchos, resultan ambiguos sin salirnos de la fe, nos resta consultar el contexto de lo que antecede y sigue al pasaje en donde está la ambigüedad, a fin de que veamos a qué sentido de los muchos que se ofrecen favorezca y con cuál se armoniza mejor. " ( Doctrina Cristiana 3, 2)
"Pero es un caso de temeridad muy grande, la temeridad nuestra en los años de juventud,el abandonar a los expositores, de cualesquiera libros, que hacen profesión de conocerlos bien y de poderlos transmitir a sus discípulos, y acudir a buscar su verdadero sentido a aquellos que, sin saber por qué, han declarado dura guerra a los autores de esos libros. ¿Habrá habido alguien que, no comprendiendo algunos libros de Aristóteles, pensara en solicitar aclaraciones de algún enemigo de aquél? Y todo esto en ciencias en que el error no implica sacrilegio ninguno. Porque para leer o estudiar los tratados geométricos de Arquímedes, ¿quién escogería por maestro a Epicuro, que fue tan vehemente en sus ataques contra aquellas doctrinas, sin llegar a entenderlas, según creo yo? ¿O es que estos libros sagrados, contra los que dirigen sin éxito sus tiros, como si estuvieran ahí para que el vulgo los ataque, son todo claridad? " ( De la utilidad de creer VII, 13)
- San Agustín no apoyaba la anticoncepción.
"Por esa razón violáis también el mandamiento siguiente, a saber: No cometerás adulterio (Ex 20, 14). Lo que más detestáis en el matrimonio es la procreación de hijos, y así hacéis adúlteros frente a sus esposas a vuestros oyentes, cuando se guardan de que las mujeres con las que se unen no conciban. Se casan con ellas por la ley que regula el matrimonio, cuyas tablas proclaman que se contrae para procrear hijos; mas temiendo, según vuestra ley, encadenar una partícula de su Dios a la carne inmunda, se unen a las mujeres en un acoplamiento impúdico sólo para saciar su pasión; a los hijos los reciben de mala gana, no obstante ser la única razón que justifica la unión conyugal. ¿Cómo, pues, no prohíbes el matrimonio, como, con tanta antelación, lo predijo de ti el Apóstol (1 Tim 4, 3), si intentas eliminar del matrimonio la razón del matrimonio mismo? Suprimida ella, los maridos serán lujuriosos amantes, la esposas meretrices, los lechos nupciales burdeles, los suegros alcahuetes." ( Contra Fausto , libro XV, 7;. NPNF 1, Vol IV)
- San Agustín reconocía los 43 (44) libros del Antiguo Testamento incluyendo los deuterocanónicos.
"El canon completo de las Sagradas Escrituras, sobre el que ha de versar nuestra consideración, se contiene en los libros siguientes: Los cinco de Moisés, a saber: el Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números, y el Deuteronomio; un libro de Jesús hijo de Nave; uno de los Jueces; un librito que se titula de Ruth, el cual parece más bien que es el principio de los Reyes; siguen los cuatro de los Reyes y dos de Paralipómenos que no siguen desligados a los de los Reyes, sino que, como compañeros, marchan juntos. Estos libros son la historia que contiene los tiempos enlazados entre sí y los sucesos, ordenados, acaecidos en tales tiempos. Hay otras historias de distinta clase que no tienen conexión con el orden de sucesos anteriores; ni se relacionan entre sí, como son los libros de Job,de Tobías, de Ester y de Judit y los dos libros de los Macabeos, y los dos de Esdras, los cuales parece que siguen más bien el orden de aquella historia que termina con los libros de los Reyes y Paralipómenos. Siguen los profetas, entre los cuales se encuentra un libro de Salmos de David; tres de Salomón: los Proverbios, el Cantar de los cantares y el Eclesiastés; los otros dos libros, de los cuales uno es la Sabiduría y el otro el Eclesiástico, se dicen de Salomón por cierta semejanza, pero comúnmente se asegura que los escribió Jesús hijo de Sirach, y como merecieron ser recibidos en la autoridad canónica, deben contarse entre los proféticos. Los restantes libros son de aquellos que propiamente se llaman profetas. Doce son los libros de los profetas, correspondiendo cada uno a cada profeta; pero como se enlazan entre sí y nunca han estado separados, se cuentan por un libro. Los nombres de los profetas son: Oseas, Joel, Amos, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Aggeo, Zacarías y Malaquías. A estos siguen otros cuatro profetas, cada uno con su libro de mayor volumen: Isaías, Jeremías, Daniel y Ezequiel. En estos cuarenta y cuatro libros, se encierra la autoridad del Viejo Testamento. La del Nuevo Testamento se contiene en los cuatro libros del Evangelio según San Mateo, según San Marcos, según San Lucas y según San Juan; en las catorce Epístolas de san Pablo, una a los romanos, dos a los corintios, una a los gálatas, una a los efesios, una a los filipenses, dos a los tesalonicenses, una a los colosenses, dos a Timoteo, una a Tito, una a Filemón, y una a los hebreos; en las dos de San Pedro; en las tres de San Juan; una de San Judas y en otra de Santiago; en un libro de los Hechos Apostólicos y en otro de San Juan titulado Apocalipsis." ( En la Doctrina Cristiana , libro II, capítulo 8, artículo 13:. "Los libros canónicos"; NPNF 1, Vol II, negrita añadida actualmente)
- San Agustín creía en la Tradición como autoridad
"En su amonestación de que acudamos a las fuentes, esto es, a la tradición apostólica, y de ella tendamos un canal a nuestros tiempos, nos suministra un buen principio, que debemos practicar sin vacilación. "Y se nos ha comunicado", como recuerda él, de parte de los apóstoles, "que existe un solo Dios, un solo Cristo, una sola esperanza, una sola fe, una sola Iglesia y un solo bautismo"." (Sobre el Bautismo, libro V, capitulo XXVI)
"Todo lo que observamos por tradición, aunque no se halle escrito; todo lo que observa la Iglesia en todo el orbe, se sobreentiende que se guarda por recomendación o precepto de los apóstoles o de los concilios plenarios, cuya autoridad es indiscutible en la Iglesia. Por ejemplo, la pasión del Señor, su resurrección, ascensión a los cielos y venida del Espíritu Santo desde el cielo, se celebran solemnemente cada año. Lo mismo diremos de cualquier otra práctica semejante que se observe en toda la Iglesia universal." (Carta a Jenaro (Ep 54,1-2)
"Lo que en la Iglesia aprendieron, eso enseñaron; lo que de sus padres recibieron, eso han transmitido a sus hijos." (Réplica a Juliano II, 10, 34)
- San Agustín NO creía en la doctrina protestante "sola scriptura"
"El hombre que está firme en la fe, en la esperanza y en la caridad y que las retiene inalterablemente, no necesita de las sagradas Escrituras, si no es para instruir a otros. Así, muchos dirigidos por estas tres virtudes viven en los desiertos sin el auxilio de los libros santos." (La Doctrina Cristiana I, 39, 43)
- San Agustín no creía en la doctrina protestante "salvo siempre salvo", creía que debemos perseverar por nuestra salvación.
"Pues el hombre fue creado de tal modo justo, que sin el auxilio divino no podía mantenerse en aquella justicia, pero sí con su albedrío convertirse en perverso." ( Enchiridion de la Fe, la Esperanza y el Amor , en el capítulo 107;. NPNF 1, Vol III)
"Una vez que seáis bautizados, procurad llevar una vida santa en los preceptos de Dios,para que guardéis incólume vuestro bautismo hasta el final." (Sermón a los Catecúmenos sobre el Credo 7:15, 8:16; Jurgens, III, 35)
"Afirmamos en primer lugar paladinamente que la perseverancia, con la que se persevera en el amor de Dios y de Cristo hasta el fin, esto es, hasta que se termina esta vida, en la cual únicamente hay peligro de caer, es un don gratuito de Dios. Por ende, nadie sabe todavía si ha recibido ya tal don mientras vive en esta vida terrena, porque si cae antes de morir, se dice que no perseveró, y se dice con toda verdad; ¿cómo, pues, podía decir que recibió la perseverancia el que no perseveró? Así, si alguno tiene la continencia y cae, haciéndose incontinente, o tiene la justicia, o la paciencia, o la misma fe y las pierde, con toda verdad se dice que las tuvo, pero no las tiene; fue continente, fue justo, fue paciente, fue fiel mientras lo fue; empero, cuando dejó de serlo, ya no es lo que fue. " (El don de la perseverancia 1)
- San Agustín creía en la presencia real de Cristo en la Eucaristía como sacrificio y en que debemos adorarle.
"Lo que estáis viendo es un pan y un cáliz, que vuestros mismos ojos os los hacen ver. En cambio, según la fe en que tenéis que ser instruidos, el pan es el cuerpo de Cristo, el cáliz es la sangre de Cristo." (Sermones 272)
"Recordad, amadísimos, cómo el Señor Jesús quiso que lo reconocieran en la fracción del pan aquellos cuyos ojos estaban incapacitados para reconocerlo. Los fieles saben lo que estoy diciendo; conocen a Cristo en la fracción del pan. No cualquier pan se convierte en el cuerpo de Cristo, sino el que recibe la bendición de Cristo.(Sermones 234: 2)
"¿Quién será llevado en sus propias manos? Todavía en manos ajenas podrá un hombre ser llevado, pero nadie puede en sus propias manos. Cómo habrá que entenderlo literalmente de David, no lo imagino; pero de Cristo sí. Cristo era llevado en sus propias manos, cuando ofreciendo su propio cuerpo, dice: Esto es mi cuerpo (Mt 26,26). Llevaba, en efecto, su cuerpo en sus propias manos." (Comentario al Salmos 33: 10)
"Por eso Él [Cristo] es el sacerdote, Él es quien ofrece y es también la oblación. De esta realidad quiso que fuera sacramento cotidiano el sacrificio de la Iglesia, que, siendo cuerpo de la misma cabeza, aprendió a ofrecerse a sí misma por medio de Él." (Ciudad de Dios 10:20)
"Con esta confusión me dirijo a Cristo, porque es a él a quien busco aquí, y encuentro de qué modo se puede adorar la tierra, escabel de sus pies, sin caer en la impiedad. Porque él tomó la tierra de la tierra: la carne es de la tierra, y él recibió su carne de la carne de María.Y como anduvo por el mundo en esa misma carne, y nos la dio en alimento [sacramentalmente] para nuestra salvación, y nadie come esta carne sin antes adorarla, ya hemos encontrado el modo de adorar el tal escabel de los pies del Señor; es más, no sólo no pecamos adorándolo, sino que pecaremos si no lo adoramos." (Comentario al Salmos 98: 9)
- San Agustín no creía en la doctrina de "Sola Fide"
“La fe sin buenas obras no es suficiente para la salvación.
Personas poco inteligentes, sin embargo, con respecto a las palabras del apóstol: «pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley» han pensado que quiere decir que la fe es suficiente para un hombre, incluso cuando lleva una mala vida, sin buenas obras. Imposible es que tal persona debiera juzgarse recipiente de la elección por el apóstol, quien, después de declarar que en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por la caridad. Es esa la fe infiel a Dios de los demonios impuros, -que incluso «creen y tiemblan», como dice el apóstol Santiago. Por tanto, ellos no poseen la fe por la que el hombre vive, - la fe que actúa por el caridad en tal sabiduría, que Dios la recompensa de acuerdo a sus obras con la vida eterna. Pero en la medida en que tenemos nuestras buenas obras de Dios, de quien también proviene de nuestra fe y nuestro amor, por lo que el mismo gran maestro de los gentiles ha designado a la vida eterna como un regalo de Su gracia.
Y de aquí nace otro problema de no poca importancia, que, con la gracia de Dios, hemos de resolver. Si la vida eterna se da a las buenas obras, como con toda claridad lo dice la Escritura: Porque el Hijo del Hombre. . .pagará a cada uno conforme a sus obras, ¿cómo puede ser gracia la vida eterna, si la gracia no se da por obras, sino gratis, de acuerdo con el Apóstol: Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda? Y en otro lugar: Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia y a continuación: Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. ¿Cómo, pues, será gracia la vida eterna, si a las obras responde? ¿O es que quizá no llama gracia el Apóstol a la vida eterna? Es más: tan claramente lo dice, que es de todo punto innegable. Y no es que requiera esta cuestión un ingenio agudo. Basta sólo un oyente atento. Porque cuando dijo: Porque la paga del pecado es muerte, en seguida añadió: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Este problema, a mi parecer, sólo puede resolverse entendiendo que nuestras buenas obras, a las que se da la vida eterna, pertenecen también a la gracia de Dios, toda vez que nuestro Señor Jesucristo dice: Sin mí nada podéis hacer. Y el mismo Apóstol, al decir: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe, vio que los hombres podrían entender como no necesarias las obras y bastar sólo la fe, como también que los hombres podrían gloriarse por sus buenas obras, cual si a sí mismos se bastaran para realizarlas; y por eso añadió: porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. ¿Y qué significa, pues, esto, que, recomendando el Apóstol la gracia y asegurando que no proviene de las obras, para que nadie se gloríe, da luego la razón y dice: somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras? ¿Cómo, pues, no por obras para que nadie se gloríe? Pero repara y entiende: no por obras como tuyas y de tu procedencia, sino como obras en las que el Señor te plasmó, es decir, te formó y creó, porque esto es lo que dice: Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, no con la creación que dio vida a los hombres, sino con aquella otra que ya supone al hombre y de que habla el Salmo: Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y de la cual dice el Apóstol: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios. Somos plasmados, es decir, somos formados y creados para buenas obras, que no preparamos nosotros, sino Dios, para que en ellas vivamos. Así, pues, carísimos, si nuestra vida buena no es más que gracia de Dios, sin duda alguna que la vida eterna, que se da a la vida buena, don es de Dios, ambas por cierto gratuitas. Pero sólo aquella que se da es gracia; mas la que se da en este caso, ya que es premio de la vida buena, es gracia que recompensa a otra gracia, como retribución por justicia, para que se cumpla, ya que es verdadero que Dios dará a cada uno según sus obras”(. Sobre la gracia y el libre albedrío. XVIII-XX)
Este problema, a mi parecer, sólo puede resolverse entendiendo que nuestras buenas obras, a las que se da la vida eterna, pertenecen también a la gracia de Dios, toda vez que nuestro Señor Jesucristo dice: Sin mí nada podéis hacer. Y el mismo Apóstol, al decir: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe, vio que los hombres podrían entender como no necesarias las obras y bastar sólo la fe, como también que los hombres podrían gloriarse por sus buenas obras, cual si a sí mismos se bastaran para realizarlas; y por eso añadió: porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. ¿Y qué significa, pues, esto, que, recomendando el Apóstol la gracia y asegurando que no proviene de las obras, para que nadie se gloríe, da luego la razón y dice: somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras? ¿Cómo, pues, no por obras para que nadie se gloríe? Pero repara y entiende: no por obras como tuyas y de tu procedencia, sino como obras en las que el Señor te plasmó, es decir, te formó y creó, porque esto es lo que dice: Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, no con la creación que dio vida a los hombres, sino con aquella otra que ya supone al hombre y de que habla el Salmo: Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y de la cual dice el Apóstol: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios. Somos plasmados, es decir, somos formados y creados para buenas obras, que no preparamos nosotros, sino Dios, para que en ellas vivamos. Así, pues, carísimos, si nuestra vida buena no es más que gracia de Dios, sin duda alguna que la vida eterna, que se da a la vida buena, don es de Dios, ambas por cierto gratuitas. Pero sólo aquella que se da es gracia; mas la que se da en este caso, ya que es premio de la vida buena, es gracia que recompensa a otra gracia, como retribución por justicia, para que se cumpla, ya que es verdadero que Dios dará a cada uno según sus obras”(. Sobre la gracia y el libre albedrío. XVIII-XX)
¡Dios les bendiga!
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Fuentes:
- http://www.biblicalcatholic.com/apologetics/a135.htm
- http://www.willcoxson.net/faith/augprot.htm
- http://www.apologeticacatolica.org/Patristica/patrist01.htm
- http://socrates58.blogspot.com/2007/11/st-augustine-was-catholic-not-proto.html
- http://www.thecatholictreasurechest.com/august.htm
- http://www.augustinus.it/spagnolo/index.htm
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