MI TESTIMONIO - JORGE AYONA
Luego de 32 años como evangélico, y casi 10 como Pastor, he vuelto a la Iglesia Católica.
Llegué a tener títulos en Misionología y Mag. en Teología Pastoral. Fui secretario de la Fraternidad de Pastores de una ciudad del Perú. Fui conferencista, evangelista y profesor de Seminario.
Luego de varios años, como parte de la tarea de ser profesor de teología en un seminario, leí los escritos de los llamados "Padres de la iglesia", específicamente a San Justino Mártir. Este es prácticamente la primera generación despues de los apóstoles (siglo II) - el último Apóstol, San Juan, autor de el evangelio que lleva su nombre, murió el año 90. San Justino Mártir vivió entre el año 100 -165, es decir, conoció gente contemporánea, al menos del Apóstol Juan.
¿Cuál es el valor de esto? Que testimonios como el suyo, nos indican lo que creían realmente los primeros cristianos.
Este es fragmento que me impacto:”Luego se lleva al que preside el pan y una copa con vino y agua mezclados. El que preside los toma y eleva alabanzas y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, y da gracias largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones. Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo ha respondido “amén”, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes el pan y el vino “eucaristizados”. (SAN JUSTINO, Carta a Antonino Pío, Emperador, año 155) “A nadie le es lícito participar en la Eucaristía, si no cree que son verdad las cosas que enseñamos y no se ha purificado en aquel baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y no vive como Cristo nos enseñó. Porque no tomamos estos alimentos como si fueran un pan común o una bebida ordinaria, sino que así como Cristo, nuestro salvador, se hizo carne y sangre a causa de nuestra salvación, de la misma manera hemos aprendido que el alimento sobre el que fue recitada la acción de gracias, que contiene las palabras de Jesús y con que se alimenta y transforma nuestra sangre y nuestra carne, es precisamente la carne y la sangre de aquel mismo Jesús que se encarnó. "Los apóstoles, en efecto, en sus tratados llamados Evangelios, nos cuentan que así les fue mandado, cuando Jesús, tomando pan y dando gracias dijo: “Haced esto en conmemoración mía. Esto es mi cuerpo”. Y luego, tomando del mismo modo en sus manos el cáliz, dio gracias y dijo: “Esta es mi sangre”, dándoselo a ellos solos. Desde entonces seguimos recordándonos unos a otros estas cosas. Y los que tenemos bienes acudimos en ayuda de otros que no los tienen y permanecemos unidos. Y siempre que presentamos nuestras ofrendas alabamos al Creador de todo por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo”. (SAN JUSTINO, Carta a Antonino Pío, Emperador, año 155)
Este fue el hilo que desenredaba la madeja. Luego de casi 4 años de estudio, vencer prejuicios perdonar realmente a los que me habían dañado. Por experiencia, puedo decir que muchos evangélicos que salen del catolicismo, tienen este rencor. De allí las prédicas y enseñanzas anticatólicas, enseñando medias verdades y presentando como hechos históricos asuntos cuyas fuentes históricas no son confiables.
Ahora gozo de la plenitud de lo que Dios tiene: Sus sacramentos, el Magisterio... La Eucaristía, y muchas cosas más.
El Catecismo De La Iglesia Católica dice:
"Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, "un corazón recto", y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios." CIC 30
Precisamente, eso es lo que implica volver a casa; responder al llamado incesante de Dios - quien no quiere menos que la plenitud de la obra de Cristo en nosotros. Implica en esfuerzo de la inteligencia, voluntad y corazón recto, y el testimonio de quienes lo hemos hallado.
Pax et bonum
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